7.10.11

"Los Paraguas de Cherburgo" (Jacques Demy, 1964)

Es todo un placer cuando aparece la oportunidad de volver a ver películas que ya en su primer visionado me encantaron, esta vez en pantalla grande, como es en esta ocasión "Los Paraguas de Cherburgo"

Si esperas ver un cuento de hadas donde el amor triunfa y la pareja protagonista es feliz para siempre comiendo perdices por doquier, estás de enhorabuena porque ¡¡ÉSTA ES TU PELÍCULA!! Bueno, más que tu película, en realidad es la película que necesitas ver. Porque ya va siendo hora de que dejes de soñar despierto/a y te enfrentes a la cruda realidad, el amor eterno ¡NO EXISTE! siento que tengas que descubrirlo así de esta forma tan visceral y directa pero cuanto antes te hagas a la idea mejor.

Guy (Nino Castelnuovo) y Geneviève (Catherine Deneuve) disfrutan de su amor juvenil, ambos son el primer amor del otro y viceversa. Pese a su juventud ya no conciben la vida el uno sin el otro. Tienen planes, se casarán, tendrán hijos, y serán felices hasta el final de sus días. Y claro que serán felices hasta el final de sus días, se casarán, tendrán hijos pero no necesariamente el uno con el otro. Sin duda no hay nada más fantástico que el primer amor pero a la vez esa fantasía que lleva a idealizarlo es demoledora cuando todo se ve truncado. Quizá sea una forma natural que tiene el propio ser humano a la hora de madurar, es como ser bebé y aprender a andar cayéndote primero.
Lo malo viene cuando nos negamos a ver la realidad y nos empeñamos en intentar conservar lo que está condenado a desaparecer. Ese sentimiento de impotencia, de frustración, de incluso egoísmo no nos deja ver más allá y nos impide apreciar los buenos momentos que ese primer amor (no necesariamente el primero cronológicamente ya que cada persona es un mundo y se puede amar de muchas maneras) nos ha regalado. Deberíamos ser capaces de saber cuando parar y como en la película de Jacques Demy poder pasar página y continuar con nuestras vidas sin mirar atrás por muy doloroso que sea ya que será entonces el propio pasado el que nos impedirá avanzar.


El final de esta joya es por supuesto desgarrador pero a la vez es un final completamente lógico y coherente. Mi acompañante en la proyección, entre lágrimas, me preguntó "¿Pero por qué no quiere ver a la niña?". Con la emoción del momento no supe contestar pero ahora me doy cuenta que tanto Guy como Geneviève ya no son aquellos jóvenes enamorados, ahora son dos adultos con responsabilidades y con una vida más o menos encauzada en la que su amor ha quedado simplemente como una anécdota de tiempos pasados.

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