Ha pasado ya mes y medio desde que volví a ver esta maravilla, mes y medio que gracias a mis truquitos usando el blog no percibiréis cuando leáis esta entrada en el futuro (os escribo desde la madrugada del 9 de julio de 2011 aunque la fecha de la entrada no lo atestigüe). Volví a ver la película eso sí en la fecha que acompaña al encabezado ya que mi compañera de piso no la había visto, poco importa ya pues desde hace un par de días mi compañera de piso ya no lo es y ahora tengo otros compañeros a los que martirizar con mis sesiones cinematográficas. El caso es que precisamente hoy alguien recién llegado a mi vida me ha soltado: "Has visto "Hedwig and the Angry Inch"? Debería ser TU película".
Mi respuesta sin dudarlo fue "The Rocky Horror gana la batalla!". Los habituales de por aquí ya sabéis de mi fanatismo con Rocky, os he aburrido varias veces contándoos lo que me encanta y fascina esa película que realmente puede servirte para cada estado de ánimo y cada momento de la vida. Pero hoy la que nos ocupa es Hedwig, quizá uno de los personajes más desgarradores que hemos tenido la oportunidad de conocer la última década (cinematográficamente hablando). Un personaje con ansias de libertad infinitas y maltratado por toda la gente a la que se atrevió a entregar una parte de sí mismo. Asistimos pues al testimonio de toda su vida, entregada en última instancia a su fiel público. Quizá la moraleja que saquemos de este testimonio sea que no importa lo difícil que parezcan las cosas lo mejor es ponerse una buena base de maquillaje, la peluca por montera y seguir adelante. No en vano uno de los números musicales que mejor recoge lo que bajo mi punto de vista sería la esencia de la película es este:
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