El Bar Hresso de Salamanca ofreció ayer noche una nueva oportunidad de disfrutar de una película que no puede dejar indiferente a nadie, "La Naranja Mecánica"
Estamos ante una completa obra de arte, una delicia estética en todos los sentidos. Incluso la escena más violenta destila una belleza visual que ya quisieran muchos artistas plásticos para sus propias obras.
La historia supongo que todos la conocéis, un relato sobre la violencia que se acaba convirtiendo en una fábula del poder gubernamental sobre la población con la ancestral pugna entre ciencia y religión que acaban por convertir a nuestro querido narrador y protagonista en victima de los tiempos que corren.
Lo que es innegable, y a mi más me llama la atención, es la cantidad de escenas y momentos que se me antojan a mi modo de ver bastante homoeróticos deliberadamente, algunos algo ambiguos como estos:
Y otros más explícitos como estos:
Sea como fuere esta película es un completo regalo a la vista y a los oídos con esa tremenda banda sonora llena de grandes piezas clásicas del amigo Ludwig Van.
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